Las increíbles ruinas de Palmira se encuentran en la provincia de Hims, a sólo 3 kilómetros de Tadmor, sobre el desierto de Siria. En el desprovisto desierto emergen cientos de columnas insólitamente en pie, algunas, capaces de sostener estructuras que exhiben la antigua gloria de la capital del reino. La actual Siria, cobijó en sus tierras una próspera ciudad situada estratégicamente en la ruta del comercio de seda, convertida en una ciudad libre del Imperio Romano bajo el nombre de Palmyra Hadriana, y posteriormente, la capital del Reino Nabateo.
Palmira vivió durante siglos bajo innumerables conflictos, para sucumbir para siempre luego de un terremoto en el año 1089. Hoy es un importante destino turístico del país. Entre los restos, destaca el templo de Bel, dedicado al dios supremo de la ciudad, junto a las magníficas columnatas de 1.200 metros de extensión.
En toda el área, perduran numerosas ruinas, antiguas calles, templos, palacios y hasta un enorme anfiteatro. Además, al alejarnos hacia las montañas, encontraremos más postales desoladoras de un pasado que cuesta imaginar: construcciones fortificadas, y un valle de las tumbas, con restos de antiguos pobladores del lugar.
Las construcciones sobrevivientes de la antigua Palmira, no dejan a nadie indiferente. En sus restos se intuye la riqueza y exquisitez arquitectónica de una ciudad, que aún en estado tan inquietante, parece inmortal.