En el S. XVII, Edimburgo era una de las ciudades más densamente pobladas de Europa. La población había crecido de manera continuada desde la Edad Media y, encerrada entre los muros que rodeaban la ciudad antigua, no encontraba terrenos libres sobre los que construir. Para contrarrestar la carencia de viviendas los edificios crecieron de manera vertical, una planta sobre otra, en construcciones precarias y poco seguras, llegándose incluso a levantar diez alturas en edificios ideados para soportas tan sólo dos. La altura de las casas sumía a las estrechas callejuelas que discurrían entre ellas en una oscuridad permanente.
La aglomeración urbana y la falta de higiene eran terreno abonado para infecciones y plagas. Miles de ratas se paseaban impunemente por estos callejones, portadoras de enfermedades que pasaban con facilidad al ser humano. Una de las peores epidemias tuvo lugar en 1645. La peste amenazaba con extenderse por toda la ciudad.
Al cabo de unos meses, cuando se derribaron los muros, el Ayuntamiento ordenó la recogida de los restos putrefactos de los cadáveres y la limpieza de la zona. Las casas se pusieron de nuevo a disposición de aquellos que quisieran habitarlas..
No tardó en extenderse por Edimburgo el rumor de que extraños sucesos y apariciones se sucedían en Mary King’s Close. Especialmente significativos son los testimonios del abogado Thomas Coltheart y de su esposa, que hacia 1685 aseguraban que recibían frecuentes visitas de animales fantamagóricos, brutalmente deformados; y que varias veces habían visto la cabeza, si cuerpo, de un anciano con barba gris y mirada pavorosa, flotando en distintas estancias de la casa.
En 1750 se demolieron las plantas superiores de los edificios de Mary King’s Close y alrededores, y sobre los restos de los pisos inferiores se construyeron diversos edificios municipales. De esta forma, las nuevas construcciones enterraban y al mismo tiempo guardaban para la posteridad, escondidas en su subsuelo, estas callejuelas que habían conocido de manera tan intensa el dolor y el espanto.
En las últimas décadas estas calles, ahora subterráneas, se han convertido en una atracción visitable en rutas guiadas. Y, para los interesados, hay que decir que las apariciones y los sucesos extraños continuan registrándose en el lugar.
UN HERMOSO PASEO PARA LOS CLAUSTROFOBICOS.
ResponderEliminarEL SER HUMANO "DA PARA TODO".